Existen algunos factores asociados con el comienzo del otoño que pueden aumentar la caída capilar (y sobre los que podemos actuar):
- Cabello dañado: Al final del verano, la cutícula del cabello se ha visto expuesta a químicos, cloro, sal, rayos UV… de manera prolongada, debilitando la fibra capilar y, por tanto, su resistencia a la rotura.
- En vacaciones, prestamos menos atención a nuestra alimentación, ya sea porque estamos fuera de casa o descansando de la rutina.
- Cambios hormonales por el cambio de estación o el estrés provocado por la vuelta a la rutina diaria.
En esta época, la caída capilar puede ser incluso el doble de la normal. Con la llegada del invierno, notarás que todo vuelve a la normalidad. Si notas una pérdida de densidad en exceso, o que pasado este tiempo no se normaliza, te recomendamos contactar con un experto.